El reto
1. Hoy en día, los programas educativos y la inserción socio-laboral para grupos de personas migradas y vulnerables, se ofrecen casi exclusivamente de forma presencial, lo que representa un enorme desafío para los formadores de la era post-Covid, cuando la educación online se ha posicionado con firmeza.
2. Tanto para formadores como para alumnos, hacer un mejor uso de la tecnología ha comenzado a cobrar gran importancia. En este área formativa, los formadores no sólo deberán aprender a utilizar nuevas herramientas, sino que tendrán que aprender y adaptarse a nuevos enfoques metodológicos para la enseñanza a grupos vulnerables.
3. En lugar de centrarse sólo en el acceso de los estudiantes al contenido y el diseño del curso, educadores/formadores también deberán facilitar interacción social y colaborativa para asegurar que los estudiantes están emocionalmente conectados con el curso. Ya que, aunque la tecnología es la base, no es la única herramienta.
4. Por tanto, los mejores formadores no serán aquellos que tengan la mejor tecnología, sino quienes descubran qué nuevas metodologías son las más apropiadas como respuesta a los desafíos de la nueva era digital.
5. Los formadores se enfrentan al desafío de posicionarse como líderes del cambio hacia una nueva era de aprendizaje, basada en la modalidad online en lugar de la presencialidad. Todo ello en un sector en el que, además, se da por supuesto el reto adicional de representar un momento clave en el proceso de socialización e integración.
6. El sentimiento de desconexión es uno de los factores que implica un mayor riesgo de desvinculación en el colectivo. Por tanto, los formadores desempeñan un papel clave a la hora de encontrar formas de conectar con los estudiantes y facilitar la conexión entre compañeros, una circunstancia que mantiene su compromiso con la participación en el programa.